DISTRAIDOS


Por: Ps. Manuel Cuevas

Texto: Génesis 15:12-14 (NVI)

“Al anochecer, Abram cayó en un profundo sueño y lo envolvió una oscuridad aterradora. El Señor dijo a Abram: Debes saber que tus descendientes vivirán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años. Pero yo castigaré a la nación que los esclavizará, y luego tus descendientes saldrán en libertad y con grandes riquezas.”

Génesis 15 nos muestra un momento clave en la historia de la fe. Abram —quien más tarde sería llamado Abraham— estaba en un tiempo de incertidumbre. Aunque Dios ya le había prometido una descendencia tan numerosa como las estrellas, todavía no tenía hijos y las circunstancias parecían contradecir la promesa. En ese contexto, Dios se le aparece y establece con él un pacto solemne.

En la tradición bíblica, este tipo de pacto se confirmaba a través de un acto simbólico. Abram prepara los sacrificios como Dios le indica, y es en ese momento cuando, al anochecer, entra en un “profundo sueño” y experimenta una “oscuridad aterradora”. Lo que parecía ser un momento de debilidad o desconexión se convierte en una oportunidad para que Dios le hable con claridad acerca del futuro de su descendencia.

En este pasaje, la Escritura nos describe un momento muy particular en la vida de Abram: cae en un “profundo sueño” y lo cubre una “oscuridad aterradora”. En hebreo, la palabra traducida como “profundo sueño” (tardemah en hebreo תַּרְדֵּמָה) puede referirse a un estado de trance o letargo, mientras que la expresión “oscuridad aterradora” evoca una sensación de temor intenso.

Esto nos lleva a una pregunta: ¿miedo a qué? Podríamos pensar que Abram temía a lo desconocido, pero también es posible que su temor proviniera de la sensación de estar vulnerable, distraído o incapacitado para reaccionar plenamente a lo que estaba sucediendo. Cuando uno está en un estado de distracción profunda, corre el riesgo de perder de vista lo que Dios está haciendo o diciendo.

En la cultura actual, el “profundo sueño” de Abram podría compararse con el estado en que muchas personas entran cuando buscan escapar de la realidad: horas enteras frente a redes sociales, videojuegos, series, o cualquier distracción que adormezca la mente y el corazón. En griego, un término afín a “distraídos” se relaciona con éxtasis, que implica un “cambio de lugar” o una mente que ha sido trasladada a otra parte. Es decir, estamos físicamente presentes, pero nuestra atención está en otro mundo.

El problema es que mientras estamos distraídos, la vida avanza. El mundo sigue su curso y, cuando despertamos, nos damos cuenta de que hemos perdido oportunidades, que no entendemos lo que está ocurriendo a nuestro alrededor o que no estamos preparados para lo que viene. La distracción espiritual es peligrosa porque nos desconecta de la voz de Dios y nos roba el enfoque.

Sin embargo, aquí vemos algo poderoso: aun en medio del letargo de Abram, Dios se le aparece con una revelación. No solo le muestra el futuro de sus descendientes —un tiempo de esclavitud—, sino que también le asegura justicia y liberación: “saldrán en libertad y con grandes riquezas”. Esto nos enseña que la visión que Dios da siempre incluye esperanza, aun si antes viene un tiempo de dificultad. El pastor Manuel Buelvas lo expresó así:

“La persona que descuida su presente, compromete su futuro.
Mis acciones de hoy determinarán los resultados de mañana.”

Y es cierto. Cuando nos enfocamos en lo que Dios nos muestra hoy, sembramos las semillas de un mañana glorioso. Pero si vivimos distraídos, comprometemos ese futuro. Dios no solo quiere mostrarnos lo que vendrá; quiere que estemos despiertos, atentos y preparados. La visión que Él nos da no es para asustarnos, sino para darnos paz y confianza en que Sus promesas se cumplirán. La diferencia entre un creyente distraído y uno enfocado es que el enfocado vive con propósito, mientras que el distraído vive reaccionando a las circunstancias.

Tips para enfocarnos y no seguir distraídos: 

- Evalúa tus distracciones. Pregúntate qué cosas consumen tu atención y te alejan de escuchar la voz de Dios.

- Reserva tiempo diario para estar a solas con el Señor. No dejes que tu comunión con Él compita con el ruido del mundo.

- Enfócate en Sus promesas. Cuando conoces lo que Dios ha dicho, puedes vivir con paz aun en medio de la incertidumbre.

- Toma decisiones presentes pensando en tu futuro. Cada acto de obediencia hoy construye el mañana que Dios ha planeado para ti.

La gran mayoría de las personas viven distraídas, por eso su futuro es incierto, pero los que caminamos en Dios nos enfocamos, logramos tener una visión clara de nuestro futuro y estar seguros en él. Enfócate, despierta, no sigas distraído..


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